José Ferreras nació en una ciudad donde el mar se hibridaba con el gas y el petróleo, pero pronto la vida le llevó tierra adentro, donde manaban el vino y el trigo en desigual concentración. Bien por su añoranza del salitre, bien por su ausencia de patriotismo, su trayectoria vital está teñida de una existencia nómada, ajena a lo gregario y vinculada a los vicios que se practican en soledad. De ahí que escriba poesía desde mucho antes de que dicha práctica fuera tipificada como parafilia, aunque su extenso trabajo permanecía inédito hasta el momento, ya que nadie que no fuera InLimbo había osado publicar manifiesto tan incendiario.